divendres, 5 d’octubre del 2012

Huertos urbanos: repensando la ciudad y la alimentación


En pleno corazón de Kreuzberg, delante del centro creativo Modulor, en Moritzplatz, se alza el parque urbano de Prinzessinengarten. Como tantos otros parques, uno puede pasear, descansar o tomar algo en él. Sin embargo, éste tiene dos peculiaridades: La primera és que está gestionado por residentes y usuarios. La segunda, que en él se cultivan frutas y hortalizas, se imparten cursos y se organizan actividades en torno a la agricultura urbana. Prinzessinengarten es pues un huerto urbano, pero a la vez hace de parque público y de pulmón verde en una zona cruzada por grandes calles. Dentro del parque hay un servicio de cafetería, biblioteca y una tienda para comprar los productos cultivados por los voluntarios y trabajadores. Es un sitio más de la ciudad en el que pasear y estar, con la peculiaridad que no entra dentro de la categoría de lo público ni de lo privado: es un parque colectivo, una muestra de lo que es el procomún.
El fenómeno de las iniciativas socialmente innovadoras en torno a los huertos urbanos se está dando en múltiples ciudades del planeta en base a la organización colectiva local, con mayor o menor apoyo de las autoridades públicas: hay huertos urbanos en Manhattan (Nueva York), Leeds, Barcelona y Berlín, entre otras muchas ciudades. Ante la emergencia de estas prácticas cabe preguntarse cuál es el potencial de la agricultura urbana en términos de transformación de las formas de vida urbanas y de la morfología misma de las ciudades. Así pues, cuáles son los objetivos de los huertos urbanos? A falta de una investigación más rigurosa, podemos encontrar tres grandes líneas de actuación en el desarrollo de los huertos urbanos. No todos los huertos urbanos los cumplen todos, pero al menos si alguno de ellos:
  • Promoción de nuevas formas de producción alimentaria y de relación con la comida por parte de los ciudadanos.
  • Promoción de nuevas formas de organización colectiva y de relaciones sociales basadas en la escala barrial o de ciudad.
  • Promoción de otro modelo de desarrollo urbano que incluya nueva conceptualización de los espacios verdes.
En primer lugar, los huertos urbanos sirven para producir alimentos de proximidad con criterios controlados y no maximizadores del beneficio. En este sentido, los huertos urbanos están vinculados más o menos explícitamente dependiendo del caso a la agricultura ecológica y al movimiento slowfood. En el fondo se parte de construir formas de producción fuera del mercado. En algunos casos los productos sirven a los agricultores urbanos implicados para autoabastecerse,  mientras que en otros (como el Prinzessinengarten de Berlín) los productos estén a la venta para sustentar el conjunto de la iniciativa. Tal y como Carolyn Steel relata en el interesante libro Hungry City (2008), la historia de las ciudades ha estado ligada a la producción de comida dentro de las ciudades o en sus proximidades. La producción industrial, la logística y la era del petróleo han hecho que este patrón cambie, permitiendo la emergencia de grandes actores de la logística (Tesco en Inglaterra, Mercadona en España, Carrefour o Auchan en Francia) que han acabado por controlar el mercado de la alimentación. Por otra parte, el desarrollo urbano y los fenómenos de metropolitanización han destruido gran parte de las antiguas áreas agrícolas cercanas a las ciudades, de forma que parece que este proceso no tiene marcha atrás. La propuesta de horticultura urbana intenta ser una respuesta a este dilema, y es integrada de forma creciente tanto en las demandas vecinales como en la planificación. Igualmente, en muchos lugares es adoptada como una forma de autoabastecimiento en el contexto de la cirsis económica.
Foto: Marc Pradel
                                                                                             
En segundo lugar, el surgimiento de iniciativas socialmente innovadoras basadas en los huertos urbanos ha partido de los vecinos y usuarios, que trabajan de forma colaborativa para desarrollar el cultivo. La mayoría de huertos urbanos se gestionan de forma democrática, cosa que es posible hacer de forma más o menos eficiente gracias al tamaño de las comunidades, y tienen una apertura y vinculación con la ciudadanía. Por ejemplo, la colaboración con escuelas y otras labores educativas permiten dar legitimidad y utilidad social al proyecto y enraizarlo en el barrio. Este elemento tiene que ver con el tercer punto, que vincula huertos urbanos con planificación y desarrollo de la ciudad. Algunos huertos urbanos se han erigido como ejemplos de un urbanismo alternativo y participativo en el que se crean espacios verdes para la ciudad que a la vez son centros de producción, educación y cultura. En este sentido, algunas iniciativas han remarcado su rol no como meras áreas de producción para los vecinos sino como espacios del barrio o ciudad y formas de apropiación colectiva del territorio.
El desarrollo del huerto urbano en el Forat de la vergonya tiene que ver con este tipo de planteamientos. También el Prinzessinengarten  que promueve la definición de espacios por los propios ciudadanos, cosa que contribuye a la imagen positiva de Berlín a escala global. El parque está ahora amenazado por la construcción de un complejo creativo en el área. En el pasquín para la defensa del proyecto, los promotores de Prinzessinengarten lo presentan como un modelo para desarrollar políticas orientadas a los ciudadanos y no al mercado:
“La cuestión de Moritzplatz no es solamente sobre unos años más o menos para el Prinzessinengarten. La situación ofrece una oportunidad excelente para abordar cuestiones urbanas más profundas y urgentes: las formas y oportunidades de participación, la preservación de espacios abiertos y su diversidad, el valor de la implicación social, el equilibrio entre los intereses económicos y la prevención de la expulsión de las estructuras sociales existentes”
Este posicionamiento es coherente con el debate que se está dando en la ciudad sobre la propiedad y los usos del suelo, con una composición en el senado de Berlín predispuesta en principio a poner coto a las actividades especulativas en pos de mantener una diversidad y ambiente artístico en Berlín que le ha dado gran parte de su atractivo turístico.
Así pues, el potencial de los huertos urbanos en términos de transformación es alto. Ahora bien, el desarrollo de estas prácticas tiene una serie de limitaciones. En primer lugar, como otras iniciativas socialmente innovadoras, el desarrollo de huertos urbanos depende en gran medida de la voluntad y el grado de tolerancia de la administración local y los actores privados sobre este tipo de iniciativas, que se desarrollan a menudo sobre terrenos abandonados. Muchas veces es necesario encontrar formas de vinculación con la administración local sin que esto signifique la institucionalización o cooptación.
Por otro lado, la falta de espacio en las ciudades densificadas limita las posibilidades de expansión de la horticultura urbana. En la mayoría de casos, las ciudades y especialmente sus centros reciben una gran presión por parte de los agentes urbanos deseosos de maximizar la construcción de vivienda o equipamientos rendibles. Aquí el caso de Berlín es excepcional, debido a que cuenta con grandes cantidades de espacio urbano disponible para prácticas innovadoras por la doble acción de la República Democrática Alemana: la urbanización socialista (no densificada) del Berlín Este y la eliminación de una franja de 500 metros de casco urbano con motivo de la construcción del muro de Berlín.
Barcelona, en contraste, tiene menos posibilidades de desarrollar parques urbanos de este tipo, aunque la crisis inmobiliaria ha permitido la emergencia de algunos en solares vacíos, impulsados desde las asambleas sociales del 15M. A pesar de estas dificultades, en Catalunya existen diferentes iniciativas de promoción de horticultura urbana (como Plantem-nos en Terrassa) que se han vinculado al movimiento de custodia urbana (ver post sobre la custodia urbana en este mismo blog).
Por otro lado, el área metropolitana de Barcelona tiene la rareza de un parque agrario en el delta del Llobregat que, si bien sigue lógicas totalmente distintas a las descritas en este artículo, si que ejerce de parque urbano público. Una vez superada la amenaza de Eurovegas cabría la posibilidad de profundizar en esta dimensión pública de parque, así como aprovechar las fuerzas acumuladas contra el proyecto de Adelson para promover otro tipo de modelo de ciudad.

Para saber más:
Steel, C. (2008). Hungry City: How Food Shapes Our Lives. London: Vintage Books.
Sobre custodia urbana: custodiaurbana.wordpress.com                                                                                                                           Marc Pradel

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada