dissabte, 30 de juliol del 2011

Los porqués del hambre


La crisis de alimentos en África y la hambruna en Somalia en particular son resultado de una globalización al servicio de intereses privados. Comida hay, así que el problema no es de producción, sino de acceso


Vivimos en un mundo de abundancia. Hoy se produce comida para 12.000 millones de personas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuando en el planeta habitan 7.000. Comida, hay. Entonces, ¿por qué una de cada siete personas en el mundo pasa hambre?

La emergencia alimentaria que afecta a más de 10 millones de personas en el Cuerno de África ha vuelto a poner de actualidad la fatalidad de una catástrofe que no tiene nada de natural. Sequías, inundaciones, conflictos bélicos… contribuyen a agudizar una situación de extrema vulnerabilidad alimentaria, pero no son los únicos factores que la explican.

La situación de hambruna en el Cuerno de África no es novedad. Somalia vive una situación de inseguridad alimentaria desde hace 20 años. Y, periódicamente, los medios de comunicación remueven nuestros confortables sofás y nos recuerdan el impacto dramático del hambre en el mundo. En 1984, casi un millón de personas muertas en Etiopía; en 1992, 300.000 somalíes fallecieron a causa del hambre; en 2005, casi cinco millones de personas al borde de la muerte en Malaui, por solo citar algunos casos.

El hambre no es una fatalidad inevitable que afecta a determinados países. Las causas del hambre son políticas. ¿Quiénes controlan los recursos naturales (tierra, agua, semillas) que permiten la producción de comida? ¿A quiénes benefician las políticas agrícolas y alimentarias? Hoy, los alimentos se han convertido en una mercancía y su función principal, alimentarnos, ha quedado en un segundo plano.

Se señala a la sequía, con la consiguiente pérdida de cosechas y ganado, como uno de los principales desencadenantes de la hambruna en el Cuerno de África, pero ¿cómo se explica que países como Estados Unidos o Australia, que sufren periódicamente sequías severas, no padezcan hambrunas extremas? Evidentemente, los fenómenos meteorológicos pueden agravar los problemas alimentarios, pero no bastan para explicar las causas del hambre. En lo que respecta a la producción de alimentos, el control de los recursos naturales es clave para entender quién y para qué se produce.

En muchos países del Cuerno de África, el acceso a la tierra es un bien escaso. La compra masiva de suelo fértil por parte de inversores extranjeros (agroindustria, Gobiernos, fondos especulativos…) ha provocado la expulsión de miles de campesinos de sus tierras, disminuyendo la capacidad de estos países para autoabastecerse. Así, mientras el Programa Mundial de Alimentos intenta dar de comer a millones de refugiados en Sudán, se da la paradoja de que Gobiernos extranjeros (Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Corea…) les compran tierras para producir y exportar alimentos para sus poblaciones.

Asimismo, hay que recordar que Somalia, a pesar de las sequías recurrentes, fue un país autosuficiente en la producción de alimentos hasta finales de los años setenta. Su soberanía alimentaria fue arrebatada en décadas posteriores. A partir de los años ochenta, las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para que el país pagara su deuda con el Club de París, forzaron la aplicación de un conjunto de medidas de ajuste. En lo que se refiere a la agricultura, estas implicaron una política de liberalización comercial y apertura de sus mercados, permitiendo la entrada masiva de productos subvencionados, como el arroz y el trigo, de multinacionales agroindustriales norteamericanas y europeas, quienes empezaron a vender sus productos por debajo de su precio de coste y haciendo la competencia desleal a los productores autóctonos. Las devaluaciones periódicas de la moneda somalí generaron también el alza del precio de los insumos y el fomento de una política de monocultivos para la exportación forzó, paulatinamente, al abandono del campo.

Historias parecidas se dieron no solo en países de África, sino también en América Latina y Asia.

La subida del precio de cereales básicos es otro de los elementos señalados como detonante de las hambrunas en el Cuerno de África. En Somalia, el precio del maíz y el sorgo rojo aumentó un 106% y un 180% respectivamente en tan solo un año. En Etiopía, el coste del trigo subió un 85% con relación al año anterior. Y en Kenia, el maíz alcanzó un valor 55% superior al de 2010. Un alza que ha convertido a estos alimentos en inaccesibles. Pero, ¿cuáles son las razones de la escalada de los precios? Varios indicios apuntan a la especulación financiera con las materias primas alimentarias como una de las causas principales.

El precio de los alimentos se determina en las Bolsas de valores, la más importante de las cuales, a nivel mundial, es la de Chicago, mientras que en Europa los alimentos se comercializan en las Bolsas de futuros de Londres, París, Ámsterdam y Fráncfort. Pero, hoy día, la mayor parte de la compra y venta de estas mercancías no corresponde a intercambios comerciales reales. Se calcula que, en palabras de Mike Masters, del hedge fund Masters Capital Management, un 75% de la inversión financiera en el sector agrícola es de carácter especulativo. Se compran y venden materias primas con el objetivo de especular y hacer negocio, repercutiendo finalmente en un aumento del precio de la comida en el consumidor final. Los mismos bancos, fondos de alto riesgo, compañías de seguros, que causaron la crisis de las hipotecas subprime, son quienes hoy especulan con la comida, aprovechándose de unos mercados globales profundamente desregularizados y altamente rentables.

La crisis alimentaria a escala global y la hambruna en el Cuerno de África en particular son resultado de la globalización alimentaria al servicio de los intereses privados. La cadena de producción, distribución y consumo de alimentos está en manos de unas pocas multinacionales que anteponen sus intereses particulares a las necesidades colectivas y que a lo largo de las últimas décadas han erosionado, con el apoyo de las instituciones financieras internacionales, la capacidad de los Estados del sur para decidir sobre sus políticas agrícolas y alimentarias.

Volviendo al principio, ¿por qué hay hambre en un mundo de abundancia? La producción de alimentos se ha multiplicado por tres desde los años sesenta, mientras que la población mundial tan solo se ha duplicado desde entonces. No nos enfrentamos a un problema de producción de comida, sino a un problema de acceso. Como señalaba el relator de la ONU para el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, en una entrevista a EL PAÍS: “El hambre es un problema político. Es una cuestión de justicia social y políticas de redistribución”.

Si queremos acabar con el hambre en el mundo es urgente apostar por otras políticas agrícolas y alimentarias que coloquen en su centro a las personas, a sus necesidades, a aquellos que trabajan la tierra y al ecosistema. Apostar por lo que el movimiento internacional de La Vía Campesina llama la “soberanía alimentaria”, y recuperar la capacidad de decidir sobre aquello que comemos. Tomando prestado uno de los lemas más conocidos del Movimiento 15-M, es necesaria una “democracia real, ya” en la agricultura y la alimentación.

*Esther Vivas, del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universidad Pompeu Fabra, es autora de "Del campo al plato. Los circuitos de producción y distribución de alimentos".

dimecres, 27 de juliol del 2011

#15M lluita contra brutal desnonament al Clot 25/7/2011


Brutal desnonament d'una família al barri del Clot (Barcelona) el 25 de juliol. Resistència de la família i dels indignats i indignades i fortíssima repressió policial. Això no s'acaba aquí!

dissabte, 23 de juliol del 2011

Sami Naïr



Entrevista realizada a Sami Naïr con el motivo de la presentación del libro "La explosión del periodismo. De los medios de masa a la masa de medios" de Ignacio Ramonet. Sami Naïr reflexiona sobre la actualidad y el fututro del periodismo. Además analiza hacia dónde pueden evolucionar las revueltas europeas y árabes y cuáles son las diferencias entre las mismas. Por último expone sus propuestas para pasar de la indignación a la proposición.

dijous, 7 de juliol del 2011

Els horts al marge

del blog: Otra política urbanística es posible (y necesaria)
Raquel Jiménez/LaDirecta
Article publicat a laDirecta núm.225. Quaderns Illacrua 58.

Entre el Vallès i el Barcelonès. Parcel·les agrícoles entre mig de les ciutats.Al llarg de les darreres dècades, la concentració de població i la proliferació d’infraestructures viàries ha usurpat una part important de sòl rural antigament dedicat a l’agricultura. Alhora, però, aquest desenvolupament mal planificat ha fet aparèixer espais intersticials que han estat aprofitats com a petites parcel·les agrícoles. Per la seva concentració d’infraestructures, les comarques del Vallès i el Barcelonès han estat una zona de proliferació d’aquests horts al marge: al marge del creixement desbocat a què ens aboca el sistema, al marge del ritme que ens imposa la civilització.
Són les 9,30 hores d’un dia qualsevol en un tren de rodalies. El paisatge per la finestra és el testimoni que la vida passa; imaginem les vides de les altres persones que caminen entre els carrers que deixem enrere. Veiem ciutats que creixen, parcs, escoles i carreteres, el tren travessa el territori i ens ofereix una visita per la part del Vallès en contacte amb la gran Barcelona. Quan aquest paisatge és diari deixa de ser atractiu i algunes s’endinsen en llibres, telèfons hiperconnectats o auriculars i reproductors d’emapetrès. Diaris gratuïts oferiran entre companyes de feina o de viatge sempre les mateixes converses. De sobte, unes màquines treballen fent formigó i forats: l’AVE es construeix perquè guanyem velocitat i la mirada per la finestra deixi de mostrar el paisatge.
Un home ens mira des de fora, té una cadira de plàstic al costat. Mira com passa el tren i de seguida torna a la seva observació principal: el procés lent de creixement d’una beina de faves. Aquest hivern ha sembrat cinquanta mates. Ell i el seu veí tenen un hort entre les futures vies de l’AVE i les de Rodalies Renfe. Aquest espai intersticial ha estat el seu aliat perquè la seva salut sigui tan bona i les hores a casa ja no siguin tan llargues. No els agraden els bars. La dona els acompanya a l’hort i caminen una estona al dia, com els recomana el metge. A la tornada portaran cebes tendres per a l’amanida i uns enciams per repartir entre els fills.
Aquesta imatge no és singular: els horts en precari són comuns al nostre entorn. Sorgeixen allà on es disposa d’aigua: el rec comtal, la llera d’un riu, riera o torrent, antigues sèquies, aqüífers molt superficials i pous artesanals. Per tant, també és una empremta d’història i d’enginy: encara romanen terres fèrtils com la que ha fet créixer l’economia rural del passat, ara recuperades per una altra agricultura: la urbana.

El camí a l’hort

Urbanitat en dos ritmes
Espais entre ciutats i asfalt, vies ràpides, rius canalitzats, ponts, vies de tren i línies d’electricitat: aquests són els que avui coneixem com a espais intersticials. Llocs que es formen després de la implantació de plans de desenvolupament. Diferents plans urbanístics, industrials i econòmics que han unit al llarg dels darrers anys l’engranatge de producció, consum i transport del qual es nodreix el nostre sistema econòmic.
Abans, com ens recorda la nostra memòria o algunes empremtes en el camí (pous, masies o el nomenclàtor d’alguns carrers), sabem que tot allò era un espai agrícola. Hem volgut anomenar-los llocs i no només espais perquè, independentment de l’ús que els atorgui un pla urbanístic, s’utilitzen de diverses maneres. La més reeixida, la supervivència de l’horticultura urbana. Sorprèn que aquest ús sovint tingui lloc de manera espontània, sense iniciatives populars ni de l’administració pública. En altres casos, com els de Terrassa o Barcelona, es tracta de reivindicacions populars (vegeu-ne alguns exemples a “Pels racons vius de la ciutat”, Quaderns d’Illacrua, núm. 47). Sigui como sigui, les persones que hi ha al darrere sempre busquen un oci actiu en una activitat do it yourself (“fes-ho tu mateix”), autogestionada. Ja sigui perquè no gaudeixen d’aquest lleure organitzat i normatiu que es dibuixa a través dels plans urbanístics: centres comercials, bars, places i parcs estàtics; o bé perquè la ciutat saturada no els ofereix un espai intermedi entre allò públic i allò privat on “passar l’estona” (vegeu Marce Masa Carrasqueño, “Espacio urbano y socialidad: un análisis de las huertas submetropolitanas en el barrio bilbaíno de Bolueta”, Revista Ciudad y Territorio, núm. 110, 1996).

Les conurbacions protagonitzen el paisatge
Els pobles i ciutats s’han establert al llarg de la història a prop de terres fèrtils. La seva consolidació ha fet que la comunicació entres elles hagi dibuixat carreteres, camins rals, hagi construït sèquies, enllumenat elèctric i serveis que permetien la vida quotidiana i el desenvolupament de l’economia agrària. El paisatge ha estat el resultat de tot aquest procés.
En no més de cinquanta anys, tota aquesta empremta fruit de centenars d’anys ha canviat: les aglomeracions urbanes han crescut en població i en superfície. El procés de creixement ha provocat la inquietant desaparició de molts espais agraris a la província de Barcelona. La creixent ocupació de l’espai per part de les xarxes viàries també ha esdevingut preocupant, ja que tant elles com les dinàmiques establertes al seu voltant han creat espais intersticials. Espais que, moltes vegades, ja no poden oferir una activitat agrària rendible i que es deixen en mans d’altres propietàries a l’espera de la seva requalificació i ocupació definitiva. En altres casos, són tan petits que queden abandonats. La fragmentació de tots aquests espais és, a més, un obstacle per a la connexió ecològica necessària per al manteniment de la biodiversitat.

Si abans l’objectiu principal de l’economia era la creació de benestar i la qualitat de vida de les ciutadanes, ara aquets objectius queden relegats per uns nous valors: el sistema i el creixement. Paraules sense personalitat pròpia però amb un rerefons i un suport institucional que arriba, fins i tot, a inundar el sistema educatiu i mediàtic: tot s’hi val perquè el sistema no trontolli. En aquest escenari actual, les ciutadanes som testimonis i actores de retallades de drets, pèrdua de poder adquisitiu i assumpció de riscos ambientals necessaris per al creixement. Un dels resultats més evidents de tot això és la pèrdua de qualitat de vida als pobles i ciutats.

Aquesta degradació urbana es pot llegir en diferents índexs. En la majoria de ciutats de l’àrea metropolitana de Barcelona, l’índex de saturació del sòl és proper a 1, la qual cosa vol dir que la majoria del sòl urbà s’ha consolidat i queden pocs espais lliures. En molts d’aquests espais s’han planificat ARE (noves àrees residencials) que faran col·lapsar molts dels municipis que ja patien deficiències i que necessitaven reformes internes més que no pas un nou desenvolupament.
A causa de la gran quantitat d’espais intersticials que hi han aparegut fruit de la construcció d’infraestructures viàries, el petit poble de la Llagosta ha estat un dels llocs que ha vist créixer molts horts en precari. Montcada i Reixac, un altre bon exemple de municipi col·lapsat per les connexions de vies ràpides, és un cas similar. A més de patir la concentració d’asfalt, es tracta de municipis amb una alta densitat de població, circumstància afavorida per les polítiques públiques dutes a terme tant des de la Generalitat de Catalunya com des dels ajuntaments. Heus aquí, doncs, les condicions per a l’aparició d’horts en precari: territoris molt fragmentats, alta densitat poblacional i dèficits urbanístics interns.
L’Organització Mundial de la Salut (OMS) recomana a tots els municipis que, dins del sòl urbà, cada ciutadana pugui gaudir d’un mínim de 10 m2 de zona verda. Malauradament, aquesta xifra no es té en compte en molts dels plans d’ordenació urbana, i els municipis que s’apropen al llindar recomanat per l’OMS sovint han inflat les dades d’espai corresponent a zones verdes, comptabilitzant aparcaments i terrasses de bars com a tals. En les ciutats on la manca d’espais lliures i verds és més evident i la densitat neta d’habitants és superior a 5.000 hab/km2 és on apareixen els horts en precari. Fet que confirma, de nou, que la presència d’aquests horts és conseqüència de la saturació urbanística.

Endinsant-nos a l’hort
Més enllà de les normes, els horts en precari són la iniciativa de ciutadanes que opten per fer servir uns espais aliens als mapes. Persones anònimes que s’autoorganitzen i emprenen l’acció de dibuixar a la ciutat allò que les institucions no els ofereixen per satisfer les seves necessitats: l’emancipació política sobre una parcel·la de 100 m2.
La majoria de les hortolanes de qui hem recollit la veu, en zones del Vallès i el Barcelonès, van arribar a l’hort abans de la jubilació, al voltant dels 60 anys. Actualment, el 80% ja són jubilades que no sabrien què fer sense l’hort. “Si no tingués l’hort, m’hauria suïcidat”, riu el Pedro. El 20% restant són joves que hereten de familiars l’ús de les terres, veritables llocs de trobada i treball per a tota la família. Molts s’han mogut d’hort en hort: quan els feien fora d’un per desenvolupar polígons industrials o noves zones residencials, cercaven altres terres útils a les rodalies.
El cas més recent de desallotjament és el que s’ha produït pel nou traçat de l’AVE entre Granollers i Barcelona. En la majoria dels casos, les hortolanes van ser compensades econòmicament. Lamentablement, però, no se les ha reallotjat, i poques han tingut la sort de trobar altres espais per ocupar o alguna veïna que li traspassés un trosset de terra. El cas del traçat entre Montcada i Barcelona és força peculiar: les obres van obligar a eliminar part de l’activitat agrària legal però, alhora, van crear nous espais residuals aprofitats ràpidament per diverses hortolanes autogestionàries. A Sabadell, les actuacions municipals d’endreçament del riu Ripoll han portat, en alguns casos, a crear horts municipals cedits a les hortolanes desallotjades. Amb tot, cal remarcar que encara existeix més demanda que oferta en la majoria d’experiències municipals d’aquest tipus. 

Els horts en precari són iniciativa de persones que utilitzen espais aliens als mapes per satisfer les necessitats que les institucions no els cobreixen.
http://www.flickr.com/photos/lacautiva/
Sovint, els horts en precari no tenen el consentiment de la propietària del terreny. És per això que moltes hortolanes veuen important la idea d’una possible intermediació de l’administració pública per “tolerar” aquestes parcel·les i que això els asseguri l’estada uns anys més. Això evitaria la degradació de les tanques, faria que milloressin els materials, que es regulés el reg i que disminuís l’impacte paisatgístic que tant critiquen algunes tècniques. Una conversa recollida als horts de la depuradora de la Llagosta dóna fe d’aquests problemes: “L’altre dia el company va portar una biga i ens l’han robat, i ara què fas? Doncs per ara no arregles res, no sigui que et facin fora.”
L’Antonio té 82 anys i la metgessa li recomana que no deixi el treball a l’hort, això sí, “sense cansar-t’hi”. El color i la frondositat del seu cabell no semblen indicar que va néixer el 1928. A l’altre costat de l’autopista ens trobem en Julián que, amb 76 anys, fa cada dia amb bicicleta el camí entre Santa Coloma, on viu, i la Llagosta, per la llera del Besòs. Que ens convidi a entrar al seu hort és fàcil després d’agafar la confiança necessària: “No deus ser de l’Ajuntament, no?” Un cop a dins, la llum i la presència del color verd ens fan constatar la importància de l’hort per a la salut física i mental d’aquestes persones. La multitud d’ocells i insectes que hi viuen ens fan sospitar que a la biodiversitat també li agraden aquests horts. Tanques i canals de reg artesanals, dipòsits entreteixits amb canyes i amplis espais de trobada sempre amb cadires de sobra constitueixen el paisatge d’un lloc al marge del ritme que ens imposa la civilització. “Aquí, a la tarda, sempre pots venir a passar l’estona, i si no pots treballar perquè la terra és dura de tant ploure, doncs prens el sol.”

El futur
Les ciutats i els pobles necessiten un canvi en la mentalitat i en els hàbits de les seves dissenyadores. Tal com parlem de contenció per justificar les reformes econòmiques que ofeguen la ciutadania, per què no parlem de moratòria urbanística? Defensar els espais oberts (però no deserts), recuperar-los per a les ciutadanes i per a l’activitat agrària rendible o de lleure seria un dels passos cap aquest nou model que hem de construir. El Manifest La crisi de les infraestructures a Catalunya (http://www.adenc.cat/actualitat/nota-de-premsa/manifest-la-crisi-de-les-infraestructures-catalunya), presentat el novembre de 2010, ens dóna una clau en aquest sentit: “L’èxit de la planificació […] dependrà del respecte que les institucions dispensin als arguments de la comunitat científica i del territori.” Una bona solució és l’aprofitament dels buits que deixen les pràctiques vigents en matèria urbanística: espais on la nostra creativitat no trobi límits. Potser tenen raó aquelles que defensen que “avui allò més revolucionari és fer un hort”.

Agraïments a Elena, Robert, Pau i laPiella per les seves aportacions.

dimarts, 5 de juliol del 2011